La acumulación de ropa usada ya plantea un problema mundial
La acumulación de ropa usada se está convirtiendo en un problema de orden mundial, con casos paradigmáticos en Kenia y República Checa. Prendas usadas llegan desde diferentes países a Kenia, considerado el principal importador de la Tierra.
Los enormes fardos se conocen como ‘mitumba’ en lengua swahili, según aclara un informe del canal France 24.
No todas las prendas están en buen estado ni son adecuadas para el mercado keniano y muchos bultos acaban contaminando los alrededores de los mercados de segunda mano o terminan en unos vertederos al aire libre ya saturados.
En las redes sociales, la observadora Janet Chemitei destaca el problema de la contaminación textil, que empeoró en Kenia con el auge de la moda rápida, la industria de la moda de bajo costo y producción en masa.
En 2023, el país africano importó 200.000 toneladas de ropa, que muchas veces llega rota, manchada por el sudor o incluso sangre. Esa ropa carece de valor comercial y es de baja calidad, por lo que muchas veces queda esparcida en el suelo de los grandes mercados.
“Llega ropa de invierno, por ejemplo botas, pero en Kenia no tenemos invierno”, subraya Chemitei.
Recientemente, un informe de la agencia de noticias Xinhua remarcó que en Praga, una impresionante exposición de cuatro toneladas de ropa desechada se presentó a la vista del público para crear conciencia sobre el daño al medio ambiente causado por los residuos textiles. La enorme pila representa los desechos textiles generados por una familia promedio de cuatro miembros a lo largo de su vida.
Un residente expresó cómo la muestra le hizo repensar sobre sus compras de ropa: “Realmente me hace considerar cuánta ropa realmente necesito antes de comprar cualquier otra prenda”. El Ayuntamiento de Praga reporta que cada ciudadano checo desecha en promedio de 10 a 12 kilogramos de textiles cada año.
A partir de 2025, las municipalidades checas deberán introducir programas para la recolección selectiva y reciclaje de desechos textiles. La transición a una economía textil circular requerirá una nueva colaboración entre productores, minoristas, consumidores, procesadores de residuos y gobiernos locales.
“Dedicamos el día debatiendo y continuaremos explorando las formas de reciclar residuos textiles. Nuestro objetivo es convertir estos desechos en productos útiles, comomateriales aislantes o incluso ropa nueva”, expresó Matej Chytil del Ayuntamiento de Praga.
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